El principal acusado es Raúl Ricardo “Coya” Rojas, quien desde la cárcel encargó, según lo investigado por ahora, dos crímenes. Uno de los cuales no llegó a concretarse, aunque la víctima recibió seis disparos. Como ejecutores, aparecen Norberto Mendoza y José Castillo, mientras que Enzo Quiroga, Matías Sarmiento, Daniel Liborio y Alejandra Núñez completan la grilla de criminales. Los hechos vinculados al narcotráfico, ocurrieron en Orán en menos de una semana en mayo de 2017.
Tras una intensa investigación, las fiscales penales 1 y 2 de la ciudad de Orán, Alda Daniela Murúa y Mariana Torres, quienes conformaron un equipo de trabajo frente a estos graves hechos (modalidad que es criterio de la Procuración General ante hechos de alta complejidad) pidieron en los últimos días el enjuiciamiento de siete imputados por el asesinato de Raúl Fernando Martínez y la tentativa de homicidio de Ricardo Adrián Gerónimo.
En su requerimiento, las fiscales presentaron una extensa carga probatoria, compuesta en su mayoría por declaraciones testimoniales, pericias técnicas y escuchas telefónicas, elementos que llevaron a las representantes del Ministerio Público a solicitar al Juzgado de Garantías 2 de esa ciudad, que se eleve el caso al Tribunal de Juicio para el correspondiente debate.
Asimismo, se insistió con el pedido de detención de Cristián Gabriel Palavecino y de Nicolás López, ambos involucrados en los hechos como intermediarios y colaboradores.
Tras un minucioso examen de las pruebas, Murúa y Torres sostuvieron que “el autor intelectual de ambos hechos graves fue Raúl Ricardo Rojas, el que a raíz de un “mexicaneo” (robo de droga entre bandas) tomó contacto estando privado de su libertad, con otro detenido, Enzo Javier Quiroga, el que se comunicaba con un teléfono celular con Norberto Mendoza, quien actuó como ejecutor de lo que pidió Rojas en primera instancia: el homicidio de Ricardo Adrián Gerónimo (sobrevivió a seis disparos).”.
“Para ello, aparte de Quiroga, se contó con la participación necesaria de Daniela Liborio, pareja de Quiroga, quien aportó logística y sirvió de nexo con Mendoza, y también la de Matías Francisco Sarmiento, el que consiguió y aportó municiones calibre 9 mm a Mendoza.”,
Respecto al hecho en perjuicio de Martínez, las fiscales entendieron que este crimen “también fue pensado por Rojas, y luego de discutir con un tal Gringo (Palavecino con pedido de captura) por el atentado fallido -el de Gerónimo-, se acordó contratar sicarios tucumanos, surgiendo en la escena José Martín Castillo, el que fue el ejecutor de Raúl Fernando Martínez, al que disparó en varias ocasiones a una corta distancia…. Para la consecución de este hecho, Rojas tomó contacto con Alejandra Beatriz Núñez, quien sirvió de nexo y colaboró activamente consiguiendo y aportando la motocicleta marca Honda Wave, 110 cc, en la que se desplazó Castillo al momento de la realización del hecho”.
Calificación penal
Por los hechos investigados, Rojas, Mendoza y Castillo deberá responder por los delitos de homicidio y tentativa de homicidio, en ambos casos doblemente agravado por haber sido cometido bajo “promesa remuneratoria, por el número de participantes y por la utilización de arma de fuego” en calidad de coautores.
Quiroga, Sarmiento y Liborio, por el hecho en perjuicio de Gerónimo, irán a juicio por los delitos de tentativa de homicidio doblemente calificado por promesa remuneratoria y por el número de participantes y agravado por la utilización de arma de fuego en grado de partícipes necesarios.
Por el crimen de Martínez, Núñez carga con la acusación del delito de “partícipe necesario del delito de homicidio doblemente calificado por promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego”. En todos los casos, la escala máxima prevé para todos los acusados la pena de prisión perpetua.
“La investigación demandó mucho esfuerzo, tanto al momento de seguir pistas e identificar a los responsables, como al analizar las numerosas intervenciones telefónicas y la localización de los teléfonos celulares de los acusados, tarea por la cual debemos destacar la labor de los efectivos de la División Homicidios”, dijeron las fiscales.
En cuanto a los hechos, Murúa y Torres señalaron que “sin dudas se tratan de hechos de extrema gravedad, en los que se advierte claramente el desprecio por la vida por parte de los imputados, quienes no repararon en planificar, hacerse de armas, vehículos y otros elementos para la ejecución de los crímenes encargados. Lamentablemente para nuestra ciudad, son casos que preocupan demasiado, ya que evidencia un avance de una actividad criminal poco frecuente para los oranenses”.
No obstante ello, agregaron que “tanto desde la fiscalía, el aporte de peritos técnicos, como de la Policía y el juzgado, la Justicia ha demostrado que puede responder y llegar al esclarecimiento de hechos tan complejos en su naturaleza como los ataque homicidas ejecutados”.
Ataque a Gerónimo
El primero, según se desprende del requerimiento de juicio, ocurrió el 1 de mayo del año 2017, alrededor de las 1, cuando Ricardo Gerónimo regresaba a su vivienda, en inmediaciones del pasaje Las Tipas y José Ingenieros, en la ciudad de Orán.
Gerónimo, tras descender de su vehículo y cuando abría el portón de su casa, fue sorprendido por un sujeto que le efectuó varios disparos, más de quince. De ellos, seis impactaron en la víctima, causándoles graves heridas en la espalda, piernas, ingle, testículos y nalga.
Tras la ejecución, el atacante abordó un automóvil blanco, Gol Trend, en el que se dio a la fuga. Gracias a sus familiares, Gerónimo llegó en un auto particular al hospital local, donde fue asistido y salvó su vida. En ese nosocomio, en tanto, se dio otro hecho llamativo.
De acuerdo a la testimonial de médicos y personal del hospital, varias personas llamaron para conocer el estado de salud de Gerónimo, mientras que tres sujetos se presentaron en la guardia e intentaron pasar para tener contacto con la víctima. Estos supuestos interesados, según lo investigado, no tenían nada que ver con el herido, sino se trataban de enviados por los asesinos para verificar si se produjo o no el deceso del herido.
De todos los elementos de pruebas producidos en torno a este hecho, las fiscales llegaron a la conclusión que “Raúl Ricardo Rojas fue el ideólogo” del hecho de sangre, siendo esta persona quien se comunicó a través y por intermedio de Enzo Javier Quiroga y Daniela Liborio con Norberto Mendoza, quien fue contratado para ejecutar el crimen de Gerónimo por una suma de 4.000 dólares.
Rojas y Quiroga, compartían celdas en la Comisaría 13, en el marco de una causa por delitos contra la Ley 23.737 (Drogas). “Se tiene como autor del ilícito acaecido a Norberto Mendoza, siendo éste el principal sospechoso de concretar lo mandado por Rojas, de lo cual recibiría una promesa remuneratoria, surgiendo que no pudo finalizar el trabajo debido a que no habría dado muerte a Gerónimo, habiendo utilizado para llevar a cabo el ilícito armas de fuego.”.
“Se indica a Nicolás López (prófugo) como partícipe del delito, del cual quedó demostrado que es la primera persona a la cual Norberto Mendoza solicita realizar los trabajos encargados, como así también se muestra como sujeto de confianza y respeto hacia el mismo.”.
“Francisco Matías Sarmiento provee de municiones calibre 9 mm a Norberto Mendoza. La relación y vinculación entre las diversas personas hasta aquí indicadas, se logró tras las diferentes escuchas telefónicas de voz y de los mensajes de textos, de las diversas líneas de teléfonos requeridas su intervención, entre otras pruebas producidas”.
Respecto al móvil, la hipótesis criminal establece que el mismo respondería a una venganza por el supuesto robo de droga por parte de la víctima. Al respecto, a lo largo de la investigación, se reunieron testimonios e intervenciones telefónicas que abonan esta posibilidad.
Homicidio de Martínez
Se registró el 6 de mayo de 2017 a las 21.50, cinco días después del ataque en perjuicio de Gerónimo, en la avenida Esquiú y Alvarado, donde la Policía encontró sin vida el cuerpo de Martínez con heridas en el cuello y torso. En el lugar, se levantaron 6 vainas servidas calibre 9 mm.
A pocos metros, casi en diagonal, se encontraba estacionada una camioneta Toyota Hilux de color beige, con las luces de posición encendidas, estableciéndose que momentos antes la víctima llegó a comprar en un puesto de comidas con su pareja y la hija de ambos, la que permaneció en el vehículo. El reporte de la autopsia, indicó que el deceso de Martínez se produjo por “shock por hemorragia externa e interna por lesión de arma de fuego”.
Se pudo determinar que el cadáver presentaba seis orificios de entrada localizado en cuello, tórax y región lumbar. Se constató lesiones en piezas dentarias de boca, desgarro de faringe, contusiones y desgarro de pulmones, fractura costal, lesión en arteria aorta, desgarro hepático, desgarro en riñón derecho. Neumotórax bilateral y hemorragia retroperitoneal. También se extrajo proyectil de tercio superior de brazo derecho y no se constataron signos de defensa.
Según testigos del hecho, se pudo establecer que Martínez se bajó de su camioneta junto a su pareja y se dirigió hacia un carrito choripanero, donde luego de hacer un pedido se sentó a esperar su orden. De repente, llegó una motocicleta 110 cilindradas, de la cual descendió un sujeto y su cómplice quedó al volante.
El criminal que bajó se acercó y directamente apuntó a Martínez, a quien le efectuó varios disparos, mientras la mujer de la víctima le arrojó una silla para que el sicario dejara de disparar. Tras consumar su cometido, el ejecutor subió a la motocicleta y se dio a la fuga al Norte por avenida Esquiú.
Al investigar este hecho, la Policía logró el secuestro de la motocicleta utilizada por el asesino, mientras que de las intervenciones telefónicas que ya se habían dispuesto en torno a los teléfonos que utilizaba Rojas, Quiroga y Mendoza, investigados por la tentativa de homicidio de Gerónimo, surgieron contundentes evidencias de que esta banda había ejecutado a Martínez.
En este caso, Rojas vuelve a aparecer con el rol de autor intelectual e ideólogo del crimen, siendo Palavecino, “Gringo”, el que hizo de intermediario para que este criminal pudiera contactarse con Castillo, un sicario tucumano que, tras acordar el pago del crimen, ejecutó a Martínez.
En su requerimiento, las fiscales señalaron que las pruebas llevaron a la conclusión que “Rojas y Castillo mantuvieron una comunicación fluida el 6 de mayo de 2017, fecha del hecho, existiendo entre ellas la intervención de personas terceras quienes mediante su participación facilitaron la perpetración del hecho, como los aquí acusados Alejandra Beatriz Núñez, y el evadido Cristian Gabriel Palavecino.
«Grupo organizado»
En su fundamentación, Murúa y Torres son coincidente en que “el mérito incriminador al cual se hiciera referencia en un comienzo surge como consecuencia de haber analizado en forma detenida el relato de los hechos y demás constancias obrantes en autos, por todo lo cual se tiene prima facie debidamente acreditado, que el imputado Raúl Ricardo Rojas fue al autor intelectual de ambos hechos de sangre”.
“Tanto en la tentativa de homicidio del cual fue víctima Ricardo Adrián Gerónimo como en el homicidio de Raúl Fernando Martínez. Respecto al primero, el autor de los disparos contra Gerónimo fue el imputado Norberto Roque Mendoza, el que para lograr este hecho recibió la colaboración necesaria de Enzo Javier Quiroga, Matías Francisco Sarmiento y Daniela Fernanda Liborio, quienes funcionaron como nexo y consiguieron el arma y logística.”.
“El hecho por el cual perdió la vida Raúl Martínez, tuvo como autor de los disparos al acusado José Martín Castillo, el que recibió la colaboración de Alejandra Beatríz Núñez, la que gestionó el medio de transporte para su consecución. Asimismo, Palavecino fue clave para unir a Rojas con el ejecutor final del crimen”.
Por último, y respecto a la actuación conjunta de los siete imputados, las fiscales señalaron que los ataques perpetrados en perjuicio de Gerónimo y Martínez dejan en clara evidencia el accionar criminal de “un grupo organizado en la preparación y realización” de hechos de sangre sin precedente en materia criminal.