En el primer turno del tercer día del juicio declararon once testigos. El Ministerio Público Fiscal está representado por los fiscales Penales María Soledad Filtrín Cuezzo y Pablo Rivero.
En el tercer día del juicio que se sigue contra el exobispo de Orán Gustavo Oscar Zanchetta, acusado como autor del delito de abuso sexual simple continuado agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido en perjuicio de dos exseminaritas, declararon esta mañana once testigos.
El tribunal está integrado por los jueces de la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán, María Laura Toledo Zamora, Raúl Fernando López, y Héctor Fabián Fayos. En el juicio interviene la Unidad Fiscal creada específicamente para este caso, conformada por Pablo Rivero y Soledad Filtrin Cuezzo. La defensa está a cargo del defensor oficial Enzo Giannotti.
El primero en declarar fue un exseminarista, que ingresó a la casa de formación en el 2012 y continuó hasta el 1 de noviembre de 2014, y solía hacerle las veces de chofer al sacerdote. Esta actividad le permitió tener un vínculo cercano. Relató que todo el tiempo lo tenía que acompañar, y que cuando estaba preocupado por sus estudios en el seminario, Zanchetta le decía que no se preocupe porque él era el obispo y aprobaba todas las materias
Al ser consultado sobre los pedidos de masajes de Zanchetta, dijo que este se desprendía la camisa y pedía masajes en el hombro y que, si alguno se negaba, les decía que no se olviden que él era el obispo. También hizo mención a los pedidos de masajes, el consumo de bebidas alcohólicas como cerveza, champán y grapa.
El exmiembro de la congregación también narró que era habitual que los sábados se juntaran en la casa parroquial de la Iglesia San Antonio, la casa parroquial de la Catedral o la planta baja o la cocina de la casa del obispado a ver una película y comer; el primer tiempo comían pizzas y luego se hicieron asados acompañados de bebidas alcohólicas.
Al ser consultado sobre el contacto físico del exobispo con los seminaristas, el testigo representó cómo eran los abrazos de Zanchetta, indicando que eran siempre desde atrás. Además, señaló que acostumbraba dar besos en los cachetes, lo que no era un comportamiento habitual en un obispo.
Por último, contó que para su cumpleaños, Zanchetta lo esperó en su dormitorio y le regaló una computadora. Al preguntarle por qué lo hacía, el superior le respondió que porque siempre estaba a su lado, y eso le hizo sentir temor.
Luego declaró otro exseminarista y manifestó que fue testigo de tratos diferenciales hacia otros seminaristas. Contó que con él, el sacerdote, mantuvo una relación distante y que una vez le dijo “qué gordo que sos”.
Por su parte, el excanciller del Obispado y actual administrativo del Arzobispado, Luis Díaz, contó que otros seminaristas le manifestaban que se sentían perseguidos por Zanchetta y consideró que le parecía que el obispo era muy obsesivo en su trato hacia ellos. Confirmó que hubo regalos por parte del obispo, y que incluso él, a pedido del Zanchetta, compró y le entregó una computadora a un exseminarista.
En su declaración, Díaz también habló de los asados y la compra de champagne, y de los abrazos prolongados que el obispo solía dar a los seminaristas. Además, refirió que el otro obispo era más riguroso con los seminaristas y no hacía tantas celebraciones, a diferencia de Zanchetta, a quien definió como una persona muy inteligente y manipuladora.
Díaz también contó que en una ocasión encontró a Zanchetta en una habitación sentado con un grupo de seminaristas y que otro administrativo del obispado le había contado que el obispo Zanchetta entraba a la noche a los dormitorios y alumbraba con una linterna a los seminaristas.
Finalmente contó sobre las fotos pornográficas encontradas en el celular de Zanchetta. Narró que las vio cuando el exobispo le pidió que bajara las fotos de una visita realizada. Eran fotos de Zanchetta desnudo y de sus genitales, y fotos de hombres desnudos bajadas de sitios pornográficos. Agregó que a veces la computadora que él utilizaba se ponía lenta y, al revisar el historial para borrarlo, pudo ver que figuraban visitas a sitios pornográficos gays.
El excanciller comentó que, cuando el exobispo concurrió tiempo atrás a Orán para declarar, intentó contactarlo y le decía que quería hablar con él. Él interpretó que quería contactarlo para hablar sobre la causa y ver qué declararía. En su momento, presentó captura del chat en la Fiscalía.
Otro seminarista que prestó declaración esta mañana, comentó que una de las víctimas le dijo «que se encontraba avergonzado» porque recibió en el seminario un beso en la nuca de parte del obispo. Además, contó que en un viaje que hicieron a los Toldos en 2017, una de las víctimas le contó que el obispo Zanchetta se había sentado en su cama y le había tocado su pierna. Aseguró que notó a la víctima muy preocupado, incómodo y con vergüenza.
Vía remota declaró otro ex seminarista, quien contó que tuvo charlas con Zanchetta relacionadas a su sexualidad, como por ejemplo «como era su eyaculación», luego el imputado lo convenció para hacerse una circuncisión y después le hacía bromas o chistes por la “crema que me debía poner”.
Recordó una ocasión en la que se encontraba en la cocina y se acercó Zanchetta por atrás y le apoyó sus genitales. Ante su mala reacción, el exobispo lo hostigaba y lo maltrataba, así que decidió salir del seminario, pero después, ante las presiones de Zanchetta y otro sacerdote, volvió. Agregó que le relató lo sucedido al padre Carlos Subelza, pero éste le respondió que «al ser de Buenos Aires era una persona afectiva».
También contó que Zanchetta estaba todo el tiempo en el seminario y que elegía a sus preferidos, que eran chicos “bien plantados”, y a los otros seminaristas los trataba mal. Citó, como ejemplo, que a los gorditos los mandaba a dormir temprano o a lavar los platos.
El seminarista ratificó la existencia de conversaciones incómodas y consumo de bebidas alcohólicas durante los asados, así como el pedido de Zanchetta para que le realizaran masajes, mientras “él gemía o hacía gestos obscenos”. Al igual que los otros seminaristas, comentó que “los elegidos” tenían privilegios: recibían regalos, podían salir y llevaban una doble vida (podían tener novias, y el obispo lo sabía).
Antes de finalizar su testimonio, contó que Zanchetta siempre mencionaba su cercanía y amistad con el Papa Francisco y que siempre hablaba con él.
Ya cerca del mediodía, declaró un testigo de la defensa, el sacerdote y rector del terciario «Obispo Muguerza», Rubén Ángel Gutiérrez. Contó que los seminaristas hacían sus prácticas para conocer la actividad pastoral en su parroquia de Hipólito Yrigoyen y que llegaban los sábados al mediodía y se quedaban hasta el domingo. Dijo que los exseminaristas tenían la oportunidad de contar algo en el tiempo que estaban en esas prácticas, pero nunca dijeron nada; aunque sí vio que Zanchetta les pedía masajes a los seminaristas después de una celebración religiosa “como para descontracturarse”.
Luego aseguró que se enteró de lo que sucedía después de la renuncia de Zanchetta por los medios de comunicación. Contó que mantuvo una reunión con los sacerdotes Alarcón y Manzano, pero dijo que no estaba de acuerdo con lo que iban a hacer.
Relató también que se vio “dolorosamente” involucrado, en su carácter de rector del terciario, en una denuncia que le hicieron a Zanchetta por malversación de fondos, y se sorprendió que lo hayan hecho los sacerdotes.
La última declaración de la mañana fue de otro exseminarista, quien consideró que los seminaristas con privilegios tenían situaciones emocionales y de vulnerabilidad. Recordó que una vez caminaba con una de las víctimas desde la capilla y vio cuando Zanchetta lo abrazó desde atrás y le metió el dedo en la boca. Refirió que los seminaristas le tenían miedo, porque siempre imponía su autoridad.
El juicio continuará esta tarde, desde las 17.30.