A cargo de dos psicólogas, una trabajadora social y bajo la supervisión de la Secretaria Letrada de la Procuración General, Milagros Ward, este Programa de Intervención con Agresores de Violencia de Género es el primer tratamiento para violentos en todo el país.
Aunque en Córdoba se aplica un modelo similar, no alcanza ni tiene los objetivos de este programa, el cual se creó a partir de un modelo europeo y que fue aplicado con bastante éxito en España, donde la tasa de reincidencia de los imputados por violencia de género bajo del 25% al 6 %.
Desde su creación en Salta, por resolución Nº 695 del Procurador General, Pablo López Viñals, el programa ya trabajó con un grupo de 11 participantes, denominación utilizada por la licenciada, Laura Figueroa y Cristina Lozano Pérez, una de las psicólogas que periódicamente lleva adelante reuniones con los agresores.
Del primer grupo, sólo se registró una baja por inasistencia, hecho que obligó a las licenciadas a reportar al juez de juicio que condenó al participante, quien ahora deberá enfrentar otras reglas de conductas que el magistrado le imponga.
Lozano Pérez, explicó que “ya estamos trabajando con un segundo grupo y los resultados son muy satisfactorios. Aunque todavía resta tiempo para poder determinar un diagnóstico final, hasta el momento se han cumplido con los objetivos principales establecidos en esta etapa”.
El programa fue creado a partir de una iniciativa de la Procuración, la que tomó como generador del programa la experiencia que se logró en España, donde este programa se aplica de una forma exitosa, pues logró frenar la reincidencia en materia de violencia de género.
En este sentido, cabe recordar los conceptos vertidos por el Jefe de la Unidad de Unidad de Relaciones Externas e Institucionales del Consejo General del Poder Judicial de España, Andreu Estela Barnet y de la Fiscal Decana de Violencia contra la Mujer de Madrid, Ana María Galdeano Santamaría, cuando, a instancia del procurador salteño, visitaron esta ciudad para abordar distintas temáticas de violencia de Género.
En esa ocasión, Estela Barnet contó que en su país se puso en práctica un programa en el que se ofrece al agresor realizar un tratamiento a fin de evitar que reincida en el primer año, el momento en que hay mayor probabilidad de reincidencia. Con la aplicación de este programa, la tasa de reincidencia pasó del 25% al 6%.
Esta situación, ya conocida por López Viñals, llevó a iniciar un camino que derivo el 28 de diciembre de 2017 en la creación del Programa de Intervención con Agresores de Violencia de Género, modelo que incluyó la tarea de dos psicólogas, Figueroa y Lozano Pérezl junto a la asistente social, Silvana Lizárraga.
Capacitación en España
En la resolución de creación, López Viñals sostuvo que “la violencia de género debe ser enfrentada desde los distintos ámbitos institucionales adoptando todas las medidas tendientes a erradicarla, tal como lo dispone el Art. 7 de la Convención de Belem do Pará; desde ese punto de vista, se advierte que no serían adecuadas ni suficientes las decisiones de la justicia que revisten un carácter simplemente declarativo, y que desaprovechan la oportunidad de imponer reglas de conducta a los violentos que incidan en su comportamiento futuro.”.
“Que, por ello, las decisiones judiciales que declaran que un hecho delictivo se ha cometido en contexto de violencia de género y dan lugar a una condena de ejecución condicional, deben ir, cuando ello es considerado conveniente y eficaz, acompañadas de la imposición de reglas de conducta que incidan sobre los agresores, conforme lo autoriza el Art. 27 bis inciso 6 del Código Penal, para asegurar que esos pronunciamientos tengan el efecto disuasivo inherente a toda condena.”.
A partir de ello, la Procuración gestó la adecuación de un programa local a partir de las bases del utilizado en España, por lo que se impulsó la capacitación de dos licenciadas Figueroa y Lozano Pérez, quienes pudieron formarse en Barcelona.
Tras dos meses de una intensa tarea, el programa fue creado y visado por el propio, Estela Barnet, quien fiscalizó el mismo. A partir de su creación, la Procuración puso manos a la obra y tras varios meses de entrevistas, tanto individuales como grupales, se pudo avanzar de manera exitosa en esta materia, a propósito, única en el país.
“Estamos muy satisfechas con los resultados”
Al referirse al avance de este programa, la licenciada, María Cristina Lozano Pérez, señaló que durante los distintos encuentros con los participantes, se han logrado “revertir posturas subjetivas que los mismos tenían, y que ahora entienden como acciones violentas”.
“Los resultados satisfactorios no se miden sólo por la permanencia de los participantes, sino por el reaprendizaje de conductas de los participantes, quienes a través del trabajo de los distintos contenidos de las entrevistas, tanto individuales como grupales, han cambiado su concepción de determinadas posturas, por lo general ligada a la violencia”.
Lozano Pérez, en tanto, explicó que los participantes tienen una entrevista inicial de admisión, en la cual se analizan los perfiles y se determina su ingreso al programa, el que está habilitado para los condenados primarios y voluntarios, que no tengan una enfermedad mental, no se encuentren bajo tratamiento psiquiátrico u otros programas de recuperación, ya sea de alcoholismo o sustancias prohibidas.
“El primer grupo se inició con 11 participantes. Actualmente, estamos ya con un segundo grupo, también de 11. El programa incluye 19 sesiones, tanto individuales como grupales, en las que se trabajan con contenidos que ayudan a los participantes a re aprender las conductas de convivencias”, explicó.
Lozano Pérez entiende que “la violencia de género es una conducta aprendida, ya sea por repetición u otros factores, por lo que el programa se basa en el despliegue de contenidos que apuntan a cambiar las posiciones subjetivas de los participantes, claro relacionadas a la violencia de género. Es un programa psico- educativo”.
Asimismo, agregó que “el programa no termina con las 19 sesiones, sino que se extiende por dos años, con entrevistas semestrales, en las cuales se sigue evaluando la conducta del participante”.
Una gran experiencia
Al margen de los aspectos técnicos y formales del programa, Lozano Pérez señaló la tarea desarrollada como una gran experiencia, pues “los participantes no llegaban tarde, sino que eran puntuales. Algunos espontáneamente se abrieron y contaron al grupo sus historias”.
“Hemos podidos ser testigos de cómo sus conductas cambiaron, por ejemplo, en algunos casos un participante se retractó de no pasarle la cuota alimentaria a su pareja, pues creía que esa era una manera de tomarse venganza de la misma, pero al comprender que se trataba de una conducta violenta, y que traía perjuicio a sus hijos, fue por propia voluntad y arregló el pago correspondiente”.
Lozano Pérez sostuvo que “esta es solo una muestra de los cambios que se han logrado. Pero, por sobretodo, se advierte un gran cambio de posiciones rígidas que los participantes tenían naturalizadas, pero con al re aprendizaje, comprendieron que las mismas albergaban acciones violentas que, ahora, ellos mismos revirtieron”.
“Incluso –indicó- algunos de los participantes se han ofrecido para brindar sus testimonios de cambio para los grupos venideros, ofrecimientos que surgieron de manera espontánea y que demuestran el éxito del programa, y esperamos repetir la experiencia de España”.